Muchas veces creemos que la tecnología y todo lo relacionado con el mundo online hace nuestras vidas mejores, y estamos tan preocupados por ver si podemos hacerlo que no nos preguntamos si realmente debemos hacerlo.
A simple vista, la idea de un evento en el que puedan participar personas desde cualquier rincón del mundo, siempre que tengan acceso a Internet; y por un precio sustancialmente menor que el de un evento presencial resulta bastante atractivo. Sin embargo, la naturaleza humana no encaja en el perfil adecuado para este tipo de actividades.
Si pensamos en el comportamiento de las personas, seguramente a muchos se nos venga a la mente la idea de que somos seres sociales que buscamos relacionarnos y estar en contacto con los demás. En ese sentido, ya se complica la idea de realizar eventos online.
Pero además hay que tener en cuenta la forma que tenemos de interactuar con internet, porque aunque pueda parecer que lo usamos para relacionarnos lo cierto es que somos consumidores pasivos de internet.
¿Qué quiero decir con esto? En realidad es sencillo. Pensemos cómo funcionamos en las redes sociales: pasamos horas viendo fotos, videos, stories, etc., pero aunque nos guste lo que vemos, no siempre dejamos nuestro like, ya no hablemos de dejar un comentario. Eso es interacción pasiva.
Esta pasividad online afecta negativamente a los eventos. Este formato resulta mucho menos atractivo para las personas porque fomenta esta actitud, además de facilitar las posibles distracciones. Porque a veces es difícil aguantar una conferencia de 90 minutos sin utilizar el móvil estando presencialmente, no queramos imaginar lo simple que resulta desconectar mentalmente al encontrarnos en nuestra casa, probablemente en pijama, tomando una copa y con miles de distracciones a un solo clic de distancia.
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